Durante el virreinato, al margen de la ciudad de México, San Francisco Tepito (denominado Tecualhtepiton en la era mexica), fue un barrio nativo controlada por las autoridades indígenas de Tlatelolco y era junto a sus barrios vecinos La Concepción Tequipeuhcan y Santa Ana Atenantitech, una de las parcialidades más ricas.
Antonio Caso y R. H. Barlow,
hicieron la reconstrucción de los barrios prehispánicos gobernados desde
Tlatelolco. Y en lo que hoy es Tepito, Peralvillo y La Lagunilla( se mencionan: Coyonacazco, Amaxac, Atenantitlan, Tequipeuhcan, Mecamalinco, Teocaltitlan, Apohuacan, Tlaconcalco, Atenantitech, y Yacaculco).
Luego de la Conquista en 1521, tales
nombres fueron borrados para luego llamárseles parcialidades de Tlatelolco,
repartidas entre los indios que sobrevivieron en la defensa de
México-Tenochtitlan. Posteriormente, un decreto del presidente Juárez promulgó
la expropiación de todos los solares y parcialidades ocupadas por indios, de
tal suerte que tuvieron que vendérselas a los presbíteros de las parroquias
aledañas quienes fraccionaron y convirtieron el barrio de indios en el primer
arrabal de la ciudad.
Hasta la mitad del siglo XIX se mantuvo el sistema de gobierno basado en parcialidades aunque esto era más un hecho práctico que legal, ya que desde la constitución de 1812 el antiguo ayuntamiento se había vuelto el ayuntamiento de toda la Municipalidad de México2 como parte del crecimiento de la ciudad el barrio de Santa Ana Atenantitech fue el primero en ser reordenado, dejando la traza irregular que era común en los barrios indígenas, como se encontraba junto a la Garita de Peralvillo, se fue creando en la zona una serie de casonas con servicios para los arrieros y otros viajeros, los límites en esa época eran las acequias de tezontle al sur que limitaba con el interior de la ciudad de México,
Hacia 1871 el Ayuntamiento de México autorizó la apertura de pozos artesianos de agua que soslayaran el problema del abasto de agua que no permitía crecer a la ciudad. En 1884 la zona ya tenía seis pozos, pero en 1882 el cura Juan Violante, párroco de Santa Catarina, apoyándose en el ayuntamiento que abrió las calles de San Lázaro y Los Ángeles, compró el rancho de Granaditas el cual empezó a fraccionar. En 1884 se creó la colonia Morelos, en 1893 la Bolsa y en 1894 la Díaz de León. Hacia 1900 había unos 12,500 habitantes de los cuales sus actividades más comunes eran la de comerciantes, albañiles, zapateros y tejedores, jornaleros, carpinteros, empleados y domésticos, panaderos y cargadores, siendo las profesiones las que menos personas se dedicaban con tan solo un médico y seis abogados.
Hacia 1880 el mercado abierto y callejero se había afianzado en la plaza de San Francisco, a donde inicialmente habían sido enviados los comerciantes del centro de la ciudad que vendían en las calles y en algunos mercados que por accidentes o insalubridad debieron ser reubicados, los mismos que generaron el mercado de La Lagunilla donde fueron llevados los vendedores de fierros viejos cuando se incendió su mercado ubicado en el predio que hoy ocupa la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. En 1901 se presentó un proyecto para reubicar el mercado del baratillo situado en la Plazuela del Jardín, el cual se concretó en diciembre creando temporalmente un mercado abierto en la Plazuela de Tepito, lo cual no ocurrió nunca.
Hacia finales de los años 70, parte de los habitantes de las vecindades de Tepito fueron desalojadas por el gobierno como parte de los planes por deshacer el barrio desde décadas atrás para reubicarlos. Las zonas elegidas para asentarlos fueron diversas unidades habitacionales al oriente de la capital. Sin embargo, poco tiempo después las zonas desalojadas fueron invadidas de nuevo por otros habitantes para vivir o convertirlas en bodegas de mercancía.
El obstinado barrio sintetiza la fuerza, bravura y resistencia, contenidas en la Ordenanza de Cuauhtemotzin, promulgada la tarde del 13 de agosto de 1521, justamente donde fue su último refugio de lucha durante 93 días, en lo que es hoy el cruce de Constancia y Tenochtitlan.
El nombre de Tepito fue interpretado por el investigador Gutierre Tibón; encontró que el nombre indígena de la isla de Pascua, también es Te Pito “el ombligo del mundo”.
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